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Por Stephen Brown

“En un mundo marcado por la injusticia y la discriminación, las iglesias deben reconocer cómo están entrelazadas con estructuras de poder si es que quieren promover la justicia y la solidaridad”, tuvo que escuchar una reunión mundial de cristianos reformados.

«El mundo está pidiendo a los líderes de la fe que usen su poder en favor de la justicia hacia las personas excluidas y discriminadas, y para el planeta explotado», dijo la doctora Isabel Apawo Phiri, teóloga africana, originaria de Malawi.

Phiri habló ante La Asamblea General de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, reunida en la ciudad alemana de Leipzig del 29 de junio al 7 de julio.

Phiri habló en una presentación el 1° de julio con el teólogo de la India, el reverendo Philip Vinod Peacock, sobre la justicia desde la experiencia de África y Asia.

Phiri dijo que la opresión de género impregna todos los sectores de la vida e interactúa con otras formas de opresión como la clase, la raza, la etnia, la edad y la orientación sexual.

«Las conversaciones extremadamente difíciles de nuestro tiempo han sido sobre todas las formas de violencia sexual y de género en la iglesia y en la sociedad», dijo Phiri, especialmente cuando la violencia de género está sucediendo en las iglesias.

«La violencia sexual y de cualquier tipo contra las minorías y grupos marginados de personas tiene que ver con el poder y el control», dijo Phiri, ex directora del Centro de Teología Constructiva de la Universidad de KwaZulu Natal, en Pietermaritzburg, Sudáfrica.

La trata de personas está en aumento, dijo Phiri, y muchos niños y niñas, y mujeres migrantes y refugiadas enfrentan violencia sexual y de género en los campamentos, en el camino hacia nuevos países y en los países donde son recibidas.

«Mientras que el mensaje del evangelio trata de la inclusividad, como comunidades de fe, no estamos hablando lo suficientemente fuerte como para detener la matanza de personas sobre la base de su orientación sexual», continuó.

«El tiempo de normalizar la opresión de las minorías en nuestras iglesias ha terminado», dijo Phiri.

Los y las líderes de la iglesia, dijo Phiri, necesitan utilizar su autoridad para hablar contra cualquier forma de injusticia, comenzando dentro de la iglesia misma.

«Las conversaciones más intensas todavía giran en torno al tema de la posibilidad de ordenar mujeres al ministerio o no» dijo Phiri. «Todavía hay pocas mujeres que participan en roles de liderazgo, incluyendo la ordenación de mujeres».
Entre otras «preguntas difíciles», dijo, está si la diferenciación de género es el resultado de la creación de Dios y por lo tanto debe ser aceptada como la norma, o si es construida por culturas y religiones y, por lo tanto, está abierta al cambio.

«El uso de nuestro lenguaje litúrgico y celebrativo todavía está en cuestión», continuó Phiri, y todavía hay debates sobre «si debemos usar el lenguaje inclusivo en nuestros cultos o si debemos continuar usando el lenguaje dominado por los hombres».

En su presentación, Peacock habló de la «profundización de la crisis del mundo», vista en el poderío militar, el capitalismo neoliberal sosteniendo la idolatría del lucro, un creciente racismo que extingue a los jóvenes negros o los bloquea y una ola de islamofobia.

«Y estas fuerzas se combinan de manera especial y única para infligir violencia en los cuerpos de las mujeres y de las minorías sexuales», dijo Peacock, profesor asociado del Bishop’s College, un colegio teológico perteneciente a la Iglesia de la India del Norte, en Calcuta.

«El complejo militar-industrial-patriarcal es un monstruo de muchas cabezas que está destruyendo la vida y negando la promesa de la vida en su plenitud», dijo.

Al mismo tiempo, advirtió que la iglesia necesita entender que se encuentra hoy enredada en medio del poder. «Somos poderosos y somos responsables de mucha violencia de exclusión en todo el mundo», dijo Peacock.

Subrayó la importancia de la Confesión de Accra de la CMIR, de 2004, en la que se pedía un compromiso de fe ante la injusticia económica y la destrucción ecológica.

«Nuestras luchas por la justicia surgen de nuestra fe y nuestro compromiso de luchar para ser discípulos fieles de Jesús en nuestro mundo de hoy», dijo. «No son los cristianos y las cristianas quienes deben involucrarse en actos de justicia, sino que el realizar actos de justicia nos hacen cristianos y cristianas».