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Concluyó la última de una serie de consultas que marcaron el décimo aniversario de la Confesión de Accra con el compromiso de volver a un marco espriritual que desafíe la cultura del consumismo y el individualismo.

La confesión de Accra, una declaración de sentido profético hacia la justicia económica y del medio ambiente, fue concebida en el año 2004 por la entonces llamada Alianza Reformada Mundial (ARM, por sus siglas en inglés “WARC”). Entretanto la ARM se ha convertido en parte de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR). Maria Jimenez de Ramirez

En esta consulta, los miembros del grupo latinoamericano de la CMIR, también conocido como AIPRAL por sus siglas en español, elaboraron un borrador llamado “La Declaración de Barranquilla”, que entre otros apartes llama a (cita):

  • Recuperar una espiritualidad ligada al Dios que protege la vida humana y de toda su creación, que nos permita resistir frente a la deshumanización e insensibilidad que produce la cultura consumista e individualista al servicio del dios del modelo económico actual.
  • Desarrollar procesos pedagógicos y educativos en nuestras iglesias nacionales y locales, en las instituciones de educación teológica y en espacios de catequesis, que pongan en el centro el Evangelio de la vida plena que forma seres humanos que resisten al dios de este mundo, mantienen la esperanza y construyen alternativas sociales en fidelidad al Dios de la vida. Desde AIPRAL pedimos a Dios que su Espíritu movilice al liderazgo de todas nuestras iglesias para que animen a sus cuerpos eclesiásticos a incluir “La Confesión de Accra” en sus libros de confesiones o documentos fundantes.
  • Traducir la visión y los desafíos teológicos de la “Confesión de Accra” a un lenguaje que pueda ser colocado en foros públicos, en gobiernos, en espacios del FMI y el Banco Mundial, en los organismos intergubernamentales de la región, para hacer incidencia que sirva como alternativa al modelo económico vigente o a cualquier otro modelo o sistema autoritario que no afirme positivamente el buen vivir de toda la creación.
  • Participar y apoyar procesos comunitarios y sectores sociales que construyen alternativas económicas, culturales y políticas que pongan en el centro a la defensa de la dignidad humana, el valor del trabajo y el cuidado de la creación de Dios, de la cual somos parte.
  • Estrechar el diálogo y la comunión con nuestras iglesias hermanas del norte y del sur global para articular una estrategia conjunta que permita seguir resistiendo y buscando alternativas al modelo económico actual, que hace sentir sus consecuencias devastadoras de esta casa común que Dios nos ha dado para vivir en comunión y justicia.

La Declaración de Barranquilla respondió a una pregunta formulada por Helis Barraza Díaz, vicepresidente de la CMIR y rector de la Universidad Reformada de Barranquilla, Colombia, sede anfitriona de las consultas, en el sentido de que si la Confesión de Accra empodera a la CMIR y a otras corporaciones religiosas: “¿Qué vamos a hacer con la Confesión?”

Chris Ferguson, secretario general entrante de la CMIR, comentó: “Accra nos dice que el mundo de hoy no es como Dios quiso que fuera”.

María Ramírez, representante de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela y directora de los ministerios para mujeres de AIPRAL, opinó que aún hoy la Confesión de Accra es “la respuesta de Dios a los excesos de la globalización económica. La pregunta es si el Norte rico está dispuesto a adoptar la Confesión de Accra –un documento primordialmente del Sur- como suyo”.

Desafió a que la gente acoja una “teología de lo suficiente” en lugar de la práctica actual de acumulación de bienes materiales que conlleva a crear escasez en otras partes del mundo.

Dan González Ortega, miembro de la Comunidad Teológica de México, comentó que la Confesión de Accra no debe ser vista como un documento doctrinario como otras confesiones que se convierten en algo necesario de defender o aprender de memoria sino como un documento dinámico, para nuestras plegarias, la educación y sobre todo para la práctica. P.D. Jairo Barriga

Los delegados de la consulta aprovecharon la oportunidad para observar de primera mano el impacto que el actual sistema económico global está teniendo sobre la gente. Visitaron la comunidad de El Tamarindo que se compone de personas desplazadas huyendo de los combates entre las fuerzas armadas y la guerrilla de varias partes de Colombia.

Este grupo de campesinos se había asentado en terrenos baldíos en las afueras de Barranquilla que nadie reclamaba y en donde cultivaron la tierra por diez años.

Al convertirse el área en zona libre a consecuencia de la firma del Tratado de Libre Comercio suscrito entre Colombia y los EEUU, la policía y las fuerzas armadas desalojaron a las familias mediante el uso de fuerza, demolieron sus hogares con aplanadoras, destruyeron los cultivos y en algunos casos hasta llegaron a matar a sus animales.

Las autoridades estiman que existen más de cinco millones de desplazados en Colombia. Los participantes de la consulta de AIPRAL reiteraron que este desplazamiento de familias es el resultado directo de la globalización económica y de otras injusticias resaltadas en la Confesión de Accra.

La Declaración de Barranquilla la cual será presentada ante la consulta global en otoño de los presentes nos recuerda que “Accra desenmascara explícitamente el ideal de “ser humano” desde el sistema capitalista excluyente, caracterizado por la explotación y el egoísmo, donde la humanidad representa un objeto o medio para rescatar la imagen bíblica del ser humano a imagen de Dios, sujeto único.”

Las consultas han sido organizadas por la oficina del programa de Justicia y Coparticipación de la CMIR en colaboración con los consejos regionales. Para mayor información, favor de contactar a Dora Arce Valentín: dav@wcrc.eu.

(con información de Antonio (Tony) Aja)