A principios de este mes, líderes de la iglesia presbiteriana de Colombia, miembro de la CMIR, así como líderes de otras iglesias, recibieron fuertes amenazas públicas de muerte.
Una coalición de iglesias y organizaciones pacificadoras de Colombia respondieron de forma pastoral con una carta que dice, en parte:
Las amenazas contra las iglesias en Barranquilla y contra 5 de sus líderes, consideramos son producto del compromiso evangélico de las comunidades religiosas que han venido incrementando el trabajo de apoyo a las comunidades que son víctimas de la violencia y en la construcción de la paz y la reconciliación en los últimos años. Esto se ha visto reflejado en que las iglesias, parroquias, comunidades religiosas y confesiones de fe son amenazadas, a tal punto que muchos hermanos sacerdotes, frailes, monjas, pastores y líderes que acompañan a las comunidades han debido abandonar la ciudad y hasta el país porque se les estigmatiza por:
- Decir la verdad conforme al evangelio: «conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8.32), sobre la realidad de un país con más de 6.8 millones de víctimas producto de la violencia que estamos viviendo.
- Apoyar el proceso de paz conforme al evangelio: «bienaventurados los que trabajan en la construcción de la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios» (Mateo 5.9), como si tal proceso no estuviera siendo adelantado por el mismo Gobierno Colombiano, con el aval y apoyo de Naciones Unidas, Estados Unidos y toda la Comunidad Internacional occidental.
- Brindar sus servicios religiosos sin discriminación no importando el bando al que pertenezca cada quien conforme al evangelio: «yo no rechazo al que a mi viene» (Juan 6.37). Nuestra misión religiosa no es otra que salvar las almas estén donde estén y vengan de donde vengan: «yo no he venido para condenar sino para salvar» (Juan 3.17).
Por ello consideramos que estas amenazas constituyen persecución religiosa ya que intenta impedir que desarrollemos de manera libre nuestro trabajo pastoral y humanitario con las personas que sufren las consecuencias del conflicto armado y participar de la construcción de paz en Colombia como lo pide el evangelio.
La carta hace un llamamiento “a las iglesias miembro… que continúen orando por nosotros, e incrementando su acompañamiento y apoyo para continuar la tarea de construir una paz duradera en Colombia, cimentados en el mensaje del Evangelio.”
Con ese fin, la Comunión de Paz Presbiteriana (Presbiterian Peace Fellowship), parte de la iglesia presbiteriana de los Estados Unidos (PCUSA), también miembro de la CMIR, ha creado una petición online para juntar apoyo para aquellos que están en Colombia trabajando por la paz.
La CMIR ha expresado su apoyo a los esfuerzos pacificadores de sus hermanos y hermanas en Colombia. Ha estado también en comunicación con las Naciones Unidas y con oficiales de los gobiernos nacional y estatales en Colombia, planteando inquietudes sobre estas amenazas.
Lea las cartas que la CMIR envió (todas en español):
- Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
- Gobernador del Atlántico
- Presidente de Colombia
La CMIR incita a todos sus miembros a mostrar su apoyo a través de oraciones y cartas dirigidas tanto a las iglesias afectadas como a los gobiernos implicados.